Proceso de la Conquista Española en el Perú (4/9)

 Atrapar a Atahuallpa como una prioridad necesaria

Captura de Atahuallpa

Continuando con el relato de la Conquista, Pizarro y su gente, que se desplazaban con caballos traídos especialmente para este fin, iban en busca del Inca. 


«A partir de Túmbez, Pizarro y su gente se hallaban en territorio controlado por el inca. Cerca de esa localidad el gobernador se entera de que el emperador de los Incas, Atahualpa, se encontraba en la sierra andina, y ordena proseguir la marcha en esa dirección hasta que llega a Piura, donde funda San Miguel, un asentamiento que le servirá de base en la retaguardia. Igual que Hernán Cortés (su primo), Pizarro va procurando dejar pacificados y asegurados los pueblos que van quedando a sus espaldas.» [16] 


Hernán Cortés y Francisco Pizarro eran primos. Antes de volver al Perú, Pizarro se da tiempo de visitar a la familia y preguntarle algunas tácticas y estrategias de guerra a su primo Hernán, de paso que le narrara algunas anécdotas de Moctezuma, una vez capturado para la Corona Española. 

Federico Kauffmann Doig, explica detalladamente como sucedió la captura del Inca Atahualpa:  


«Solo el tercer viaje, probablemente iniciado al comenzar el año 1531, fue el definitivo, puesto que concluye con la destrucción y conquista del Incario en 1532. Luego de pasar de la Puná a Tumbes, y de aquí a Tangarará -donde Pizarro funda San Miguel- los españoles se dirigen, a fines de mayo, a Cajamarca, a fin de tomar contacto directo con el Inca Atahuallpa. En noviembre de 1532, Pizarro entra a la ciudad de Cajamarca, acompañado de 67 hombres de a caballo y de 110 de a pie y de muchos indios auxiliares, muchos de ellos adversos a Atahuallpa. El Inca se encontraba con sus tropas, acampando bajo toldos, en el lugar denominado Los Baños del Inca, en las inmediaciones de la ciudad. Desde Cajamarca, Pizarro envió a Hernando de Soto con quince hombres al campamento de Atahuallpa, a fin de que se entrevistara con él y sondeara sus intenciones. "El Inca apenas desplegó los labios y en todo instante dio muestras de entereza y de la conciencia que tenía de su dignidad". Se encontraba celebrando sus triunfos sobre su hermano Huáscar, quien había sido capturado por sus generales luego de un estado de hostilidad que había comenzado, hacia 1526, con la muerte de Huayna Cápac; al parecer se aprestaba a hacerse reconocer formalmente como Inca. Atahuallpa aceptó concurrir en persona a Cajamarca, para una entrevista pacífica con Pizarro. Los españoles urdieron con prisa un plan para apresar al Inca. No se sabe, sólo en conjeturas, cuáles eran las intenciones de Atahuallpa. Al día siguiente de haber tenido lugar la entrevista con Hernando de Soto, el Inca con su séquito y gran pompa hacían su entrada a la plaza de Cajamarca. Los españoles se encontraban distribuidos en posiciones claves y esperaban las órdenes de Pizarro, mientras el dominico Vicente de Valverde se aproxima a las andas del Inca para cumplir lo que estaba previsto en las instrucciones (españolas) sobre nuevos descubrimientos, esto es, la lectura del requerimiento.» [17]


¿Qué es el requerimiento? Desde los tiempos del hombre primitivo, cuando un grupo (un clan) invadía a otro, se iban al golpe y a arrasar con todo lo que veían. Suponemos que el aviso de una invasión de ese tipo, era con un alarido o alguna expresión similar, que ahora lo llamamos “grito de guerra”. Para los tiempos en plena Conquista, la burocracia estaba presente. En vez de ir a arrasar de frente, había que leerles un texto a los “bárbaros” como cuando se le lee los derechos a quien se le arresta con una orden judicial, y decirles, en pocas palabras: "venimos a invadir y ahora serás un plebeyo para la Corona española". Esto era en síntesis, el famoso requerimiento. 

Este documento leído en alta voz pedía "a las nuevas gentes a reconocer la soberanía de los reyes de Castilla, a recibir de paz a sus enviados y a aceptar la fe que les iban a predicar". Pero como de la letra al hecho hay un gran trecho, no todos los invadidos aceptaban, de buenas a primeras, ni la fe europea, ni al lejano rey invisible. El cura   


«Valverde avanzó con el intérprete y "sacó su breviario en cuyas páginas lo debía tener trascrito", a fin de cumplir la formalidad.» [18] 


Una aclaración. Mucho se dice que lo que arrojó el Inca al suelo fue una biblia. Sin embargo, era un breviario. ¿Cuál es la diferencia entre los dos libros? Que para efectos de mayor dramatismo, si una biblia es arrojada al suelo, quien lo tiró será calificado de hereje y blasfemo. Pero una biblia de ese entonces, era pesada y de una dimensión mayor al de un brevario, cuyo tamaño reducido era práctico para utilidad de un cura mientras realizaba una misa. Entre las páginas del breviario estaba el documento llamado "Requerimiento". 


«Se refiere que el Inca desdeñó la actitud del dominico, que no comprendía, y que tiró el libro sacro que le mostraba Valverde. Es entonces que el dominico se vuelve a los suyos y los anima a hacer uso de sus armas de fuego... Pizarro con otros españoles, la espada en mano, avanza y captura vivo a Atahuallpa, bajándolo de sus andas.» [19]


Por cierto, durante todo este episodio, el Inca Atahuallpa estuvo en el anda, antes que fuera capturado por Pizarro. Hay ilustraciones y dramatizaciones que lo retratan que estaba parado a la misma altura de Pizarro y los demás, cosa que no fue así, por el rango superior que tenía el Inca al ser llevado a todas partes en su anda. Volviendo a Herren, cuenta lo que dijo uno y otro:  


«En la tarde del día siguiente el Inca Atahualpa, acompañado por un impresionante cortejo, inicia su marcha hacia Cajamarca. Pizarro y sus hombres se apostan, mientras miles de indios empiezan a llenar la plaza de la ciudad donde va a instalarse la litera en la que viene el emperador. Cuando llega, no ve a ninguno de los españoles. 

-¿Qué es de esos barbudos? -pregunta con desprecio. 

-Estarán escondidos de miedo -le responde uno de los suyos. 

Pizarro manda a Fray Vicente de Valverde, quien a modo de requerimiento le suelta un discurso de carácter teológico. El inca escucha con paciencia lo que consigue traducirle Felipillo. 

-¿Quién dice todo esto? -quiere saber. 

-Dios lo dice -contesta apodícticamente Valverde. 

-¿Cómo lo dice? -vuelve a preguntar, indignado, Atahualpa. 

El fraile le da su breviario, donde él supone que está la palabra divina. Pero para Atahualpa no significa nada más que un montón de hojas y arroja el libro al suelo. Muestra su irritación ante lo que, seguramente, considera una conducta caprichosa o demencial y empieza a dar órdenes a sus guerreros para que procedan contra los extranjeros.» [20]


Hasta ese momento, todos los españoles, escondidos, estaban en medio de una tensión, no solo del momento, sino universal, que cambiaría el curso de la historia y de todo un continente. Guillermo Prescott describe cómo estaban repartidos los españoles, según la estrategia utilizada por Pizarro:  


«La plaza, estaba defendida por sus tres lados por filas de pequeños edificios que consistían en espaciosos salones, con anchas puertas de salida. En ellas colocó la caballería en dos divisiones, una a las órdenes de su hermano Hernando Pizarro y otra a las de Hernando de Soto. Pizarro situó la infantería en otro edificio, reservándose veinte hombres escogidos para acudir con ellos adonde el caso lo exigiese. (...) Todos recibieron orden de permanecer en sus puestos hasta la llegada del Inca. Cuando éste entrase en la gran plaza, debían mantenerse escondidos y en observación hasta que diese la señal que sería un tiro de arcabuz; entonces con grandes gritos de guerra debían salir de los edificios, caer espada en mano sobre los peruanos y apoderarse de la persona del Inca. La situación de los vastos salones al mismo nivel de la plaza parecía muy a propósito para un golpe de teatro. Pizarro encargó muy particularmente a sus tropas el orden y la obediencia a los superiores; y que no hubiese confusión en el crítico momento, porque todo dependía de que obrasen con orden, serenidad y prontitud.» [21]


Kauffmann Doig comenta: 


«Mientras los nobles y las tropas incaicas caen y huyen... Las cifras sobre las huestes del Inca que fueron muertas en esta carnicería no son uniformes: oscilan entre 2 mil y ocho mil; el bando español no tuvo bajas. 

Preso, el Inca ofreció -en un plazo sobre el que se discute todavía hoy-, colmar un cuarto con objetos de oro y dos con objetos de plata, en cambio de su libertad; los españoles aceptaron y dieron su palabra de dejarlo en libertad. Los tesoros comenzaron, efectivamente, a llegar a Cajamarca.» [22]


A raíz de ese episodio, los españoles se encargan de apurar el envío del oro prometido. Una comisión se va para Pachacámac y otra al Cusco. Desde ahí mandarían las caravanas hacia Cajamarca para llenar los tres cuartos. Pero toma meses cumplir con lo pactado, por lo que es pesado y lento trasladarse por tierra. Atención con las fechas. Atahualpa es capturado el 16 de noviembre de 1532. Hasta el 18 de julio del siguiente año, es decir, 1533, sigue llegando el oro y se hace la repartición del oro. 


Cuarto del Rescate de Atahuallpa

Kauffmann apunta que el valor del oro del rescate ascendía a 1'326,539 castellanos de oro y a unos 57 mil marcos de plata. [23] Esto, al cambio de moneda actual, en dólares como referencia, nos da una cantidad de 10 millones de dólares, al tipo de cambio de ese entonces. Nadie en su vida, en toda la historia de la humanidad, ha pagado tanto por su libertad, para perderla a los pocos días. 

A Atahuallpa lo someten a la pena del garrote (muerte por asfixia) el 29 de agosto de 1533. En un principio iba a ser quemado a la hoguera, pero luego se decidió el garrote. Haciendo cuentas, Atahuallpa estuvo nueve meses prisionero de los españoles. Tiempo suficiente para ir conociéndolos poco a poco, aprender el ajedrez y algunas palabras en castellano, a la vez de dejarse catequizar por el cura Valverde. En algunos de los conquistadores se genera el síndrome de Estocolmo a la inversa: no quieren matar al Inca porque les cae simpático. Es más, querían que siguiera vivo, en parte por simpatía, en parte por estrategia. 

Pero como al Inca lo han de enterrar, se cuenta que durante los funerales, las hermanas y mujeres del difunto se suicidaron, ahorcándose con sus propias trenzas, para -siguiendo antiguas costumbres- acompañar al difunto en su "segunda vida". [24] No solo los Incas, sino la mayoría de las culturas precolombinas creían (¿o sabían?) de otra vida en el más allá. 

Luego de todo esto, en pleno año 1533, Pizarro iba rumbo hacia el Cusco, a tomar posesión de la ciudad. Hacía un año que pisaba Cajamarca y al día siguiente capturaba al Inca Atahuallpa.  


«El 23 de mayo de 1533 el marqués Pizarro mandó extender acta de la fundación española del Cusco que -sumada a los sucesos de Cajamarca- representa la consumación de la caída del Incario.» [25] 


Y hasta aquí lo concerniente a la Captura de Atahuallpa. Quién sabe si fue realmente así. Es probable que tanto Francisco Pizarro, como el Virrey Toledo, ejercieran una censura en los documentos de los cronistas españoles, los redactados por conquistadores y curas, sobre esta parte de la historia, que se halla para la posteridad en el Archivo de Indias. 


Notas: 

16. HERREN CROSIO, Ricardo, La Conquista erótica de las Indias, p. 211. 

17. KAUFFMANN DOIG, Federico, Historia General de los Peruanos, T.1, El Perú Antiguo, pp.571-578.

18. Ibidem. 

19. Ibidem.

20. HERREN CROSIO, Ricardo, Ob. Cit., p. 214-215.

21. PRESCOTT, Guillermo H., Historia de la Conquista del Perú, Cap. 5, p. 263.

22. KAUFFMANN DOIG, Federico, Ob. Cit.

23. Ibidem.

24. Ibidem.

25. Ibidem.


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