Perú, composición pluricultural y heterogénea en su geografía


«Podemos caracterizar al Perú como un conjunto de grupos poblacionales que poseen historia, lengua, cultura disímiles, sobre cuya base pueden implantarse modos complementarios de comunicación, acercamiento e incorporación a la nación. Y es importante respetar esta personalidad básica. La democracia se debe considerar como un proceso continuo de interacción entre gobierno y sociedad, con una participación máxima del pueblo en la toma de decisiones de toda índole. Una parodia, una falsa democracia, es aquella que se monta sobre un proceso electoral cada cinco años y la gente es manipulada por los formadores de opinión. Es obligación gubernamental consultar a la gente sobre los planes de acción. El gobierno tiene que acercarse al pueblo en lugar de esperar lo contrario. 

En definitiva, si un país como el Perú tiene una composición pluricultural, heterogénea en su geografía y ambiente, con lenguas diversas, grados de desarrollo que van desde lo primitivo hasta lo moderno, es entendible que sus necesidades estén enclavadas en sus tradiciones y costumbres. Y aunque es indispensable la modernización y que la política económica sea justa y favorezca a los más necesitados, al punto que todo Estado moderno está íntimamente ligado a la economía y el propio presidente difícilmente podrá dejar de ocuparse de los asuntos económicos, no puede obviarse la representatividad de los más débiles y de los grupos cuyos intereses son auténticos y están enraizados en la tierra colectiva. Una nación se construye cuando hay conciencia y coparticipación y autonomía y soberanía. Cuando los diversos estratos sociales se identifican con la sociedad en su conjunto y cada quien independiente o colectivamente, contribuye a su desarrollo en pos de su bienestar. El Estado legitima su gobierno y se convierte en una "gran economía doméstica" que atiende las necesidades. 

Tendría que elaborarse un mapa no sólo de regiones, distritos y comunidades, sino un mapa de necesidades que además de la típica infraestructura (caminos, electricidad, agua y desagüe, hospitales, escuelas, etc.) propicie la participación constante de los ciudadanos en las instituciones políticos-administrativas y en los programas de desarrollo de la comunidad. El mejoramiento del nivel de vida y del bienestar social y cultural de la gente, a nivel nacional, regional o local, debe ser multifuncional, es decir, debe incluir todas las facetas de la vida. Todos los programas de mejoramiento económico a través de las inversiones, regalías e impuestos, sin el apoyo decidido de otras actividades e intereses, como son, entre otros, el respeto a la propiedad y al usufructo del suelo, la reconstrucción cultural y social resulta un fracaso. Es innecesario intentar asegurar la acción y participación de la gente mediante presión o compulsión en lugar de la acción voluntaria de las comunidades en el planteamiento y ejecución de las obras y programas.» 

Segisfredo Luza, El Poder Psicosocial, Fondo Editorial Universidad Alas Peruanas, 2009, Lima, pp.37-38.

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